Carhué

RECOGERÉ TU HORA MARIO (a los despedidos)

Recogeré tu hora Mario.
Te han despedido
y andas por ahí y por ahí penando desde los pies descalzos.

. . .

Por la cocina sin terminar,
por la cama desbaratada
y las seis de la mañana cruda:

te quejas,
lloras,
puteas.

. . .

Tu mujer y tus hijos,
cansados de tristeza,
duermen.

Mirándolos,
te juntas
del suelo.



A AISA (a la muerte)

Eyacular en la arista de su orgasmo,
preñarla.

Elevarme a la vida
con la soberbia de todos los soberbios.

¡Soberbios vivos!
¡Soberbios muertos!



A AZUCENA Y CARMELO (a Azucena Villaflor y Carmelo de Vincenti)

A Azucena, de un vecino de "la Crámer"
- Azucena, ¡Azucenita!,
¡mujer de flores tomar!
vuelve a casa, ¡a casita!,
que Carmelo con el mate,
¡en la puerta llorando está!"

A Pedro Carmelo de Vincenti, de Azucena
- ¡Ay Carmelo!, ¡Carmelito!,
no llores a tu Azucena,
que con Paco y Raquelita
descanso, ¡mas en alerta!,
¡mañana será en paz!



A VECES LA VIDA (a Laura del Prado)

A veces la vida, pródiga y misteriosa, te da varias madres.
Yo he tenido dos:

mi verdadera, María Esther Colombet,
y Laura del Prado. Ambas, mujeres del 18.

...

Laura… iba siempre, por donde fuera, de alegre y esmerado azul:
azul su pollera plisada,

azul su pulóver de lana,
y su negra cartera de cuero,

azules su pequeños labios rojos,
y azules sus negros zapatos de cuero,

Su vida, por la Mitre derecho y observada desde lejos,
era como el oleaje suave de Epecuén en el Masallé:

¡de su casa a la ferretería de mi padre
y de la ferretería a su casa!

Cinco cuadras con su bufanda ¡clara!
al sur de su rostro ¡claro!, ¡claro! -casi transparente-.

Por la tarde, el sendero,
sobre aquellos inconfundibles zapatos negros de breve y sólido taco,

se repetía invertido con igual cadencia
-¡con la misma cadencia que nuestro mutuo y enorme cariño!-,

más aquellas cotidianas y deliciosas paradas:
Aquiles, Higinio Fernández, Vázquez,…

...

Fue allá, a fines del viejo milenio
(con ese “fue” que es interjección de tristeza y llovizna),

cuando Laura -jubilada- comenzó a sumergirse,
entre juegos secretos de barajas españolas,

en un Carhué más bello,
¡cuán bello!

¡Ay!,
¿quién podría volver de un Carhué más bello?,

¿quién?...
...Y Laura,

azul, azul,
en él se quedó…



ABRÍ LAS PERSIANAS

Abrí las persianas.
Carhué llovía.

El gato
–de sol y frazada blanca-

rápido trepó al descanso de la ventana.
Comió entre dedos y -entre dedos-

¡arropado por su sol y su frazada blanca!
pareció dormirse…

...

¿Qué duermen, Juan Ramón, los gatos cuando duermen?:
“¿Pájaros que cantan?…”



AL ESCRIBIRTE

Al escribirte mujer,
me conmuevo…

y
no sé:

¡qué fibra azul el tiempo me toca!
¡y qué ayeres por la blanca hoja vienen!

¡qué Carhué de julio gris era!
¡y si el limonero es verde y canta!

más ¡qué besos granas fueron en el lago!,
¡y cuántas doradas caricias en la bella plaza!…

sólo
sé,

mujer,
que al escribirte,

pequeñito,
callado,

al escribirte
me conmuevo…



ALEPO

Soy
la bestia

que tira
esas bombas.

Soy
cada niño

que muere
bajo esas bombas.



AMANECE TRAS LA VENTANA

Amanece tras la ventana.
Por la mano hendida,

se mecen de a pedacitos
la luz y el calor primeros, así, de a pedacitos.

Lejano me duermo, me desvelo,
y lejana, al cementerio viejo, la luna ha partido.

Lejano, me duermo, me desvelo...
A la mano, el sol claro ¡claro ha llegado!

¡Ale! hombre, ¡ale!
-sopla el aromo en la ventana-,

que por acá,
¡va siempre octubre a noviembre!

Y la luz y el calor primeros
insisten de a golpecitos,

sobre la mano, sobre el pecho,
uno tras uno, así: de a golpecitos.

La luna oscura ha partido,
y el sol claro ¡claro ha llegado!:

la luna oscura al cementerio viejo
y sobre el Carhué de octubre, el sol a noviembre.

¡Ale! hombre, ¡ale!
-sopla el aromo en la ventana-,

que por acá va la vida...
¡y por allá, sólo la oscura muerte!



AMAR Y REPOSAR (a la mujer)

Amar y reposar,
trabajar y crear,

dar y ser gloria,
nacer y morir.

Ni más, ni menos,
ni antes, ni después:

¡hombre y mujer
a la par, a la par!



AMOR DIGO

Amor digo
y escucho silencio.

Entonces, amor repito y repito,
y el silencio, ¡ay! silencio.

¡Amor!, insisto
y desbocan recuerdos.

Y tras el vino,
penas de vino y vino entre recuerdos.

¡Amor!, ¡amor!
y la luna de Carhué

luna ilumina fría,
mi frío rostro sobre la ventana.

Amor, deliro:
- Me quedaré acá

(no sé dónde)
quieto,

mientras este corazón
suelto y dolido,

por las calles del pueblo
buscará la sombra de tus viejos pasos...



BELLO ROSTRO

Bello
rostro.

Ojos en el cenit
-claros, serenos-

que leen rincones
bajo brisa de sábanas y luna.

Bello
rostro.

Y un sur de labios
-salvaje grana-

que desfloran hembra y jazmín
por mis cumbres tensadas...



BUSCO AMO

Busco amo
para ti,  eso que dices "estrellas",

pero...
¿dónde?, ¿dónde?, ¿dónde?...

Ayer sé, todas estaban
-como muchos ojitos de paloma-

arriba de esta ventana,
prendidas, quietitas, ¡tan bellas!

Quiero amo
-amo de la soledad y estas estrellas-,

me ayudes:
¡enciéndeme en el jardín la noche entera!,

así, de zarpada en zarpazo,
te traeré entre mis pelos

de soles y frazada blanca...
¡las sesenta y seis más bellas!)



COMPADRE (a Eduardo Galeano)

Compadre
Galeano:

¡gracias por escribirme,
despejados,

bellos,
concluyentes,

latinoamericanos,
mis pensamientos más hondos,

cuando, como un granítico faro,
por estas tierras sureñas,

¡tus despreciadas y entrañables tierras sureñas!,
fiel y esclarecido, eternamente pasaste...

¡Eternamente
pasas!



CON LOS ESCOMBROS DE MI BRAZO IZQUIERDO (a sirios y haitianos)

Con los escombros de mi brazo izquierdo
hago del músculo: pala, argamasa y ladrillo.

Con la pala remuevo las ruinas,
con la argamasa y el ladrillo, ¡hogares elevo!

Voy por allá por Alepo,
a raudales por Jeremi vengo,

con la pala entierro a sus muertos,
con la argamasa y el ladrillo…

¡una torre
que los lleve al justo cielo!



CREO… (reflexiones sobre la violencia de género tras el acto en nuestra plaza de Carhué el 6 de junio de 2016)

Creo…
que hablamos del poder,

¡simplemente de eso!
Hablamos del poder:

del rico sobre el pobre,
del patrón sobre el empleado,

del fuerte sobre el débil,
del adulto sobre el niño y el viejo,

del norte sobre el sur,
del que enfunda armas sobre el desarmado,

del famoso sobre el desconocido,
del lindo sobre el feo,

del heterosexual sobre el “otro”,
del sabiondo sobre el ignorante,

del que habla sobre el que calla,
del blanco sobre el negro,

del líder sobre su seguidor,
del que gobierna sobre el gobernado…

Y,
hoy, 3 de junio de 2016,

acá, en la cortada de nuestra plaza carhuense:
¡del hombre sobre la mujer!

Creo…
que hablamos del poder,

¡simplemente de eso!
¡Y el poder suele ser un gran genocida!



EL LIMONERO VERDE

I
El limonero verde
de la iglesia blanca.

El limonero verde
(por las noches canta).

La plaza verde,
la farola blanca

(y en la noche, solo,
el limonero canta).

II
En la iglesia blanca,
la negra escalera,

vuelta, vuelta y vuelta,
¡la campana espera!

Blanca la iglesia,
negra la escalera

y el limonero canta
en la noche, afuera.

Cántale a la luna
a la luna blanca

solo, ¡cuán solo!
el limonero canta.

III
Dime limonero,
dime por qué cantas

en esta noche negra,
de sólo luna blanca...

Cántole, buen hombre,
a mi amada blanca

y a Aylan, querubillo,
¡canción de cuna santa!



EL MANTEL DE HULE SOBRE LA MESA OSCURA

El mantel de hule sobre la mesa oscura,
el mantel de hule bajo la comida tibia.

Arriba el aire húmedo de la cocina.
¡Qué mortecino el aire de aquella cocina!

Las sillas desencoladas sobre el piso claro,
las sillas desencoladas bajo los comensales mudos.

Sobre ellos: la lámpara y el aire de la cocina.
¡Qué claroscuro dibuja la lámpara de aquella cocina!

Los platos blancos bajo las manos pálidas,
los platos blancos bajo la comida ya fría.

Bajo ellos: un piso claro y una miga de pan cayendo.
¡Qué eterno el vuelo de la miga de pan cayendo!

La miga de pan tocando el piso claro,
la miga de pan sobre el piso claro.

Qué sola la miga sobre el piso esperando
(¡cómo si esperar una miga pudiera!) ser barrida.



ENERO DE 2000

Esa radio sonando tan bajito, tan bajito,
esos mosaicos granas recién lavados y con un viejo pulóver bruñidos,

esas ventanas abiertas a los rojos jazmines y amarillos aromos,
ese gato negro, flaco y añoso bajo el ligustro silvestre, esperando,

y esa espera del almuerzo familiar de ventilador y ensaladas variopintas,
ese gallo que, no sé de dónde, sonoro canta y canta,

ese sol que crece y torna todo Epecuén, verano y somnolencia,
ese riego del jardín al atardecer que vuelve profundos profundos los verdes profundos,

esas hiedras y olorosas madreselvas, sombras y destellos en los muros,
y ese poema blanco que, al mirarme en el espejo del añejo ropero de enero,

va Carhué surgiendo,
va Carhué surgiendo,..



ES AGOSTO, ES CARHUÉ

Es agosto, es Carhué
y mi verde aromo,

como un navío anclado en el lago del jardín,
ha amarilleado de proa a popa su austero verde de todos los días,... hace días.

Es de tarde, es suave y la egregia vida
egregia hiende hoy su rama mayor cual áureo mástil,

entre las nubes y las nubes.
¡Y mi corazón, en esa hendidura, firme espera!

...

 - Aromo amarillo del jardín de cielos nublados:
este corazón, grumete añoso y herido,

navegar te ordena antes del ocaso,
en amarillo, en agosto,…

¡al encuentro de la primavera
que el viento de estos días a mi Carhué ya trae!



ESCRIBO PORQUE ESTOY ACÁ

Escribo porque estoy acá y escribo:
- Que ha helado en la noche helada

y que el campaneo de la iglesia blanca, mil cristales se ha vuelto con el frío aire.
- Que el cielo sobre Carhué es azul y es de abril

y también los fresnos amarillos de la calle y los ya deshojados
y el lago creciente y la playa marrón herida por el lago.

Escribo:
- Que los verdes eucaliptos de la plaza, piadosos, son hoy por su piedad casi amarillos

y que, al mediodía, el cielo azul y enorme, penosamente, se me ha vuelto gris  y chico.
Y escribo, bajo ese cielo gris y chico, y gris escribo:

- Que en mi tierra hay pobres,
y que el limonero verde de la iglesia blanca, ha dejado anoche, con la primera helada, de cantar...



HAY UNA SOLA VERDAD

Hay una sola verdad,
y es tan objetiva,

tan fuerte como el yunque,
mis padres de la infancia,

y ese amor de noche estrellada:
- ¡hay pobreza en el mundo!

La hay
y no tendría...

Y hay alegres promesas este año en las esquinas,
y anidando palomas obstinadas en la enredadera nueva,

y la cama limpia, y la manta suave y cálido el cuarto,
y también...

mansa lluvia en Carhué,
desde hace días.

Mas,
¡ay!

hay pobreza,
¿mucha?, ¿poca?

Mas, la hay
y no tendría.

Y vanas suenan las promesas de la esquina,
y la primavera fresca

y el nido de la enredadera,
vana la comida prolija,

el baño grato que limpia la hojarasca del vencido día,
y aquel amor de noche estrellada.

¡Es que hay pobreza en el mundo,
la hay y no tendría...!



HOY, 25 DE NOVIEMBRE (a Marianela Amarain y las mujeres golpeadas)

Hoy, 25 de noviembre,
he estado junto a Marianela.

Le he escuchado emocionado
sus pequeñas palabras.

Le he saludado, emocionado.
Breve.

Le he acompañado en su marcha pequeñita
por el pueblo.

...

Íbamos bajo el sol,
¡sin sombras!

Éramos pocos,
¡éramos firmes!



Ahora,
vamos hacia el horizonte,

¡aquél donde se pare
toda Verdad y Justicia!



LA BASURA EN LA ESPALDA

La basura en la espalda inclinada,
en el estómago el hambre y esa copa de vino.

La esperanza arrugada en el rostro,
el viejo frío en la piel.

Las sobras de mi ropa en su ropa,
en la paga, centavos que a otros sobraron.

¡Cuánta agresión en su vida!
¡Cuánto magma en la caldera!

Y los otros sorprendidos
¡sorprendidos nos preguntamos por qué!

...

¿Por qué erupciona el volcán dormido
en la tranquila tierra?



LA DAMA DEL CHAL (a Rosita Rovai)

La dama del chal,
vivaz taconea las calles del pueblo.

¡taca!, ¡taca!, ¡ta!...
¡Qué magia florece mientras ella viene!

Allá un vecino y mutuas sonrisas,
Allá otro y en los aires ¡rosas!

¡taca!, ¡taca!, ¡ta!...
¡Qué magia todo en su derredor!

Su chal bien abriga,
su adiós, ¡mil historias promete!

¡taca!, ¡taca!, ¡ta!...
¡Qué magia, qué magia en mi calle al pasar!

Se aleja como es, ¡colibrí de mi patio!,
se aleja y mi calle ¡brillando sin par!

¡taca!, ¡taca!, ¡ta!...
Se aleja Rosita ¡tan bella en su chal!



LLEGAR

Llegar
aprender a caminar y caminar.

Reconstruir el sendero viejo.
Escribir cien poemas, regar el aromo del fondo.

Hablar, escuchar:
ser uno y ser Juanito y Ramona

(Juanito en el pulmón derecho,
Ramona en el del corazón).

Aprender a irse.
Irse.



LOS CAMINOS DEL MASALLÉ

Los caminos del Masallé suelen tener
ocultos en su rudo salitre,

y sus rudos cardos,
ensillados en sus rubios médanos,

y sus rubias cortaderas
y, a vececitas,

entre las pequeñas vacías latas coloradas de extracto de tomate,…
pequeños poemas del Universo.

...

Inspirando fortísimo,
a la hora sacra del ocaso,

previa a la luz mala,
se leen, en la sangre, de corrido…

...

Es la Tierra
que llega.



MADRE

Madre
vente,

bájate de aquella nube de 30 de Agosto
por el aromo del fondo

que hoy es domingo,
que la mesa huele al pan fresco de “La Estrella”,

que el gato de sol y frazada blanca
ha roto tu aljaba,

y la luna
se me va de noche...

¡Ay!, madre
bájate,

 ¡qué me duele la mano hendida
de tantas flores cargada!



MARCELIA TEJÍA (a Marcelina González de Sanabria)

Marcelina tejía,
en su abrigo de ladrillo, pollera oscura y mocasines, ¡tejía!

Sus dulces manos de guantes de carro yendo y viniendo entrelazaban -casi duendes-:
¡lanas, guisos, una pequeña familia, “El Apolo”, padrenuestros y avemarías!

Es que al son de un ruidoso oleaje de agujas, subiendo y bajando, subiendo y bajando,
Marcelina tejía ¡sonriendo!

Y ovillaba
y tejía:

¡y eran ligeros senderos (pistas de flamencos del lago) sus angoras y merinos emparafinados!
¡y eran barquitos de colores que partían, sus pulóveres hechitos de amarillos, verdes, azules,...!

¡Marcelina!, pegadita a la pequeña ventana de la cocina,
pegadita, ¡cual luciérnaga tejedora a la luz última de la tarde pueblerina!

y siempre: sonriendo,
sonriendo.

...

Fue -tal vez a la hora del rezo-,
cuando Marcelina dejó de ovillar caminos y tejer barquitos de colores,

e imperceptible, cerró, tras de sí,
la puerta de vidrio y madera pintada -a la izquierda de donde su vida tejía- y partió

-en su pollera oscura con olor a plancha y sus mocasines de siempre recién lustrados-
hacia la blanca iglesia del limonero verde:

sonriendo, sonriendo,
sonriendo.



¿ME LEES NORMA? (a Norma Plá y los jubilados últimos)

¿Me lees Norma?, ¡mi querida “vieja loca” de Plaza Lavalle!:
De tu locura escribo.

De “Todos” tus jubilados argentinos de siempre, escribo,
(es que tu nombre propio es hoy ¡bienaventurado nombre colectivo!)

Y, ¿me lees?,
cuando escribo de Todos tus jubilados no voy a todos, ¡qué va!, sino:

- a los que se arrastran por la vida con aquellos ¡150 pesos!,
- a los casi desdentados,

- a los que van aceptando la nada como el rostro de todo,
- a los que por su transparencia, su resignación y su desvencijo ya ni “sentimos” en derredor

¡salvo cual molestas sombras de invierno!,
- a los que, en este extraño jardín del edén, se hacen pequeñitas pequeñitas “pasas de uva”,…

¿Me lees Norma?, desde la memoria por la verdad y la justicia:
¡escribo de “tus cagados de hambre”!,

¡escribo de tus “desaparecidos”!...
¡Mi bella “vieja loca” de Plaza Lavalle!...



PARECE LA NOCHE

Parece la Noche de eternidad,
de no terminar nunca… ¡estar hecha!

Parece
-al rotarme de silencios y estrellas-,

volverme sin alba.
De tanto en tanto: jadeos y alas de arpellas...

¡Ay!, ¡ay!, ¡mujer que me pierdes por abismos!...
Cómo Ella.



PASÓ EL VIENTO

Pasó el Viento,
le dije: ¡llévate el agua de los inundados!

Vino la Noche,
le dije: ¡oculta a los niños de Alepo!

Floreció el Aromo,
le dije: ¡amarillea las hieles del pobre!

Subió el Sol,
le dije: ¡hazme viento noche aromo!



PEQUEÑO (a Omran Daqneesh)

Pequeño,
tu rostro está herido.

Pequeño pequeño,
mi mano herida nos será piel.

Pequeño,
tu corazón duele.

Pequeño pequeño,
mi verso de aromos, también.



POR EL PATIO MÍO

Por el Patio mío, a medianoche,
la Luna de llenos pechos

del viejo Aljibe al cielo,
pesada de amor, sube.

Asida al balde oxidado,
mojada de agua de lluvias,

por el envejecido Aljibe,
suspirando jazmines sube.

¡Llenos sus pechos,
suspira, suspira y sube…!

¡Llenos de agua de lluvias,
pesada, pesada de amor, sube…!

Yo, tras la Ventana Rota,
nada de este amor puedo:

y de amor,
¡ay!, ¡de loco amor me hiendo!

Y va por su ronda eterna,
lejana de este amor hendido,

va, cerrados los jazmines ojos,
de aquel Limonero al encuentro…

Y aman entre azahares nuevos
-duele mi mano hendida-

aman, sudan y aman
al pie de la Torre Negra.

Y vacíos de amor los pechos
el último tramo retoma:

descender por el Cementerio Viejo
y en la estatua del ángel... perderse…

...

Hay un camino secreto,
subterráneo,

inaccesible
del Camposanto al Aljibe,

por él,
vuelve la Luna menguante

a llenar sus pechos de agua
en el Patio del Aljibe mío.

Yo, secretamente,
¡nada de este amor puedo!,

y de amor, tras la Ventana Rota,
¡ay!, ¡de loco amor me hiendo!...



QUE EN MARZO (a la Plaza de Carhué)

Que en marzo, como mi aromo,
verde te quiero.

Que en mayo amarilla,
como de agosto sus flores.

Y en junio y julio desnuda
entre estos versos soñando.

Soñando otros verdes, ¡verdes!
y el canto de aquel limonero...



QUE ME DEBERÉ UN POEMA (a Miguel Hernández)

Que me deberé un poema, Miguel Hernández,
¡pastor del alma y Orihuela!,

desde la pobre pobreza del Sur,
¡cuánto metidamente entero en tu costado pueda!

¡Ay!,
¡qué será en esta tarde de Carhué, un balido poema!,

donde mi brazo izquierdo llegare
¡cuál golpe certero de valenciana hachuela!

Miguel Hernández,
pastor de las letras de España, ¡de la dura suela!,

pastor del flanco izquierdo dolido,
que en mi desnudo verso dolerás, ¡dónde nada duela!

Miguel Hernández
¡cabrón del alma!, ¡vientos míos de Orihuela!


                                                                             28 de marzo de 2017



QUE ME DUELEN LOS AÑOS EN LOS DIENTES

Que me duelen los años en los dientes
que se me caen de tanto dolor cargado,

que hace rato y que de a poco,
aquéllos se me hacen muchos

y el cuerpo extraño, cansado,
con dientes marrones, marrones,

¡marrones
y de tanto dolor cargado...!



QUINCE COSECHADORES (a los tareferos)

Quince cosechadores en la foto,
quince tareferos:

dos arriba,
dos en el centro,

diez en la tierra,
uno, gacho.

Casi todos con gorras
-once exactamente-,

uno semidesnudo,
uno sólo sonríe –o parece-.

Los numero,
los miro,

memorizo la imagen,
pienso sus días...

Fotografía -tomada de la web- del señor Juan Amadeo



SABEN CARHUENSITOS, SABEN CARHUENSITAS (a María Elena Walsh)

¿Saben carhuensitos, saben carhuensitas,
qué súper estrella por Epecuén pasó?,

pues nada menos que ¡la Manuelita!
que a curar un reuma, descalza llegó.

Venía volando no sé con qué alas,
venía volando desde su Pehuajó,

muy dolorida, ¡sus patitas malas!,
muy dolorida, sin tacos bajó.

Tras cuatro bañitos y horita no más,
Manuelita contenta bailó un rocanrol

con Juan el flamenco, ¡altura demás!
y el sonido roquero de Col Caracol.

Y feliz Manuelita tras bailar se fue,
surfeando graciosa en tabla e’ chevió.

¡Cuán triste quedó entonces Carhué
pues la superestrella en un zas partió!

¡Adiós tortuguita de Pehuajó y París!,
¡besos a María Elena, dos, tres, mil!

¡Adiós Manuelita sanita y feliz!,
¡vuelve cuando quieras!, ¿tal vez en abril?



SE CERRÓ LA PUERTA GRIS

Cerró, tiernamente, la ventana con una mano
y los colores, tiernamente, en un solo gris se recostaron.

La habitación fue entonces pequeñita,
pequeñita.

Había ternura en las cosas, en todas, en cada una,
ternura.

Y el hombre en la ternura se recostó
como se recostaba Carhué tiernamente en su pecho al cerrar cada tarde la ventana.

El hombre se durmió con Carhué
y dejó que afuera, tiernamente, el sol amarillo amarillo tras Masallé, amarillo se fuera...



SENDEROS DE VILLA AZUL

Senderos marrones de Villa Azul
aún dormidos hacia la escuela;

lejos bosteza un abedul, lejos,
una torcaza gris del abedul vuela.

Y vuela sobre el marrón sendero
que cruza la abandonada vía,

y tras un rojo alero se pierde…:
¡llenando de adiós el último día!



SERME POEMA

Serme poema,
serme palabra preñada de belleza y soledades.

Serme poema,
¡serme caminante de caminos de papel y huellas de carbón!



SOY DE TIERRAS LATINOAMERICANAS

Soy de tierras latinoamericanas hecho y derecho
vecinas en el Masallé al cielo más intenso.

Soy de Carhué, de un patio de higueras bien hecho,
soy de bellas soledades, ¡casi inmenso!

Y de la sal perfumada del Epecuén, soy
y de un cercano retoño en el Eucalipto de mi plaza.

Con dolores del alma y del cuerpo soy y voy
hacia la tarde del pueblo, ¡piadosa y mansa!.

Y, también de comarcas ¡que sólo el interior conoce!
soy por leyendas, viejas fotos y herencias,

de tantos Bruni y Colombet que hincado honrase
¡dulces memorias de amores y querencias!



TIENE ESTA LLUVIA DE OTOÑO

Tiene esta lluvia de otoño el fuego de una cocina del Masallé:
un repiqueteo letárgico que suspende la muerte de cualquier estrella.

Me cubre, como la capa oscura de aquel pequeño arriero:
el tórax, las flores del aromo, el portón de casa, Yrigoyen par, el Eucalipto de la plaza y Carhué en los 70.

Me aísla de dolores, de sexos, risas, relojes y cuartos.
Estoy y no estoy. Me obliga a no pensar, no sentir, no percibir. ¡No es necesario!

Aquieta la rotación de la Tierra, desvanece los pasos de la calle, limpia filosóficamente los dos cementerios.
Mi corazón entonces no late. No es necesario.

Aylan juega en la calle. Mohammad escucha su música en la ordenada habitación.
La guerra no existe.

¡Nunca,
nunca existió!



UN TIEMPO DE OCTUBRE QUE TE LLEVÓ TEMPRANO (a Leonardo Denk)

Un tiempo de octubre que te llevó temprano,
parte mañana,

como parte el año
en diciembre,

y los flamencos australes
de Epecuén, cual ventisca rosada,

y las flores de mi aromo
en septiembre.

Simple.

...

“Y así va,
para todo habitante del pueblo,

¡tan simple
el periplo de la vida!:

- va una franca mañana
por el lago y esos flamencos,

- van amores del mediodía,
amores de la glorieta, besos de la bella plaza,

- y va una despedida postrera
en aquel tren que, raudo y simple, nos aleja”.

Simple.

....

Un tiempo de octubre te llevó temprano,
vecino Leonardo,

descansa…,
descansa…,

¡que es el tren de Carhué
el que te lleva!



UNA BELLA MUJER

Una bella mujer tras brasero
en bello Carhué ha parido

y bello bello dios surero,
¡bella Cruz del Sur ha prendido!

Y en azul azul mes de abril,
azul niña, bella ha nacido,

¡hora nunca más bella y añil
tras segundo niño, yo, parido!



Y ES TU SUEÑO MARIPOSAS (a Aylan Kurdi)

Y es tu sueño mariposas
¡miles que a la luna van!,

y es tu almohada caracola
y tu manta ola de mar...

Mariposas del cielo,
mariposas de la mar,

¡batid suave las alas
que el niño soñando está!

 Duerme pequeño en la costa,
duerme Aylan, duerme ya...

esta mano que te alza
¡hasta la luna te alzará!

Mariposas del cielo,
mariposas de la mar,

¡batid suave las alas
que el niño soñando está!

Y Aylan sueña mariposas
¡de Kobane y nada más!,

¡ay! pequeño, ¡ay! pequeño,
¡desde arriba las verás!.

Mariposas del cielo,
mariposas de la mar,

¡batid suave las alas
que el niño soñando está!

Mariposas de Kobane,
¡de Kobane y nada más!...



Y ME VOY QUEDANDO MÁS PEQUEÑO (a Néstor Sierra)

…Y me voy quedando más pequeño con cada partida,
agachado sin querer en gastados rincones,

más arrugado,
¡cómo pegadito a la tierra!

…Y este Carhué de bellos y fríos amaneceres,
que en los 60, 70 y 80

nuestro todo, Néstor, sin concesiones fuera,
¡ay, tan peregrino!



SALVO

Salvo mis literaturas
y tres camisas,

una morada temporaria
y algunos inciertos “creos”,

lo que restaba
lo hube hoy socavado de cuajo.



No era
mío.



HUBO UN TIEMPO DE CARHUÉ

Hubo un tiempo de Carhué ya impenetrable
en que la Bella Plaza fue más bella,

que la mar y los jardines de Afrodita y Apolo
¡más bella!

Fue un tiempo de árboles, fuentes y estatuas, 
caminos, glorietas y pérgolas,

que la mismísima blanca paz
¡herejemente más bellos!

Necesaria,  inmediata,
fue así una banda dominguera para tanta gloria dar cuenta.)



Aún quedan de esa exuberancia insostenible
restos en la eternidad de su tierra.

Escarbando
brotan mariposas inmortales.



LA VEÍA (a Pilar y Antonio)

La veía
-al salir del Banco Provincia

por la Mitre hacia casa-
sentada en la impecable vereda

con un libro de Carriego
sobre su falda de hojas de acacia.

La miraba de soslayo
en mi andar, allí, tullido.

De las sesenta y cuatro veces pasadas
sólo en tres pude ver sus ojos morenos.

Sólo en dos,
-por el almacén de Massa y la librería de Balbín-

escuchar su voz:
sabían a Olga Zubarry en “El ángel desnudo”.

.. . .

En esas noches desabrigadas
se trepaban por el algodón de la sábana Grafa

y me miraban y  hablaban
con un llamado de Circe irrefrenable.

. . .

Mañana
-lunes 6 de agosto de 1962-

sin protección y tullidez algunas,
¡desembarcaría en Eea!